La OIT califica el cambio demográfico como una tendencia amenazante para buena parte de los países, en especial se prevé que sus sistemas de protección serán, ya lo están siendo, seriamente afectados por él. Una de las medidas más universalmente ensayadas es la de limitar la jubilación anticipada e inclusive alargar “todo lo posible” la
permanencia de trabajadores en sus puestos de trabajo, para lo que requiere lograr compatibilizar sus capacidades productivas con las derivadas de su envejecimiento. Para ello, los interlocutores sociales a nivel europeo firmaron el pasado año un Acuerdo marco sobre el envejecimiento activo y un enfoque intergenaracional cuyo propósito es fomentar vidas de trabajo saludables y productivas en una perspectiva de curso de vida. A este respecto, declaran que los interlocutores sociales y/o la dirección deben facilitar, promover y fomentar la aplicación de la organización del trabajo adaptable durante el curso de la vida. Esto debe hacerse colectivamente y/o individualmente, de acuerdo con las prácticas de diálogo social en el lugar de trabajo.
Las herramientas y medidas que pueden ensayarse respecto a la organización del trabajo son variadas, desde modalidades de trabajo adaptadas, incluso en materia de tiempo de trabajo, hasta medidas de transición para los trabajadores mayores hacia el final de su vida laboral, entre otras muchas.