Las actividades que se realizan de forma cotidiana obligan a diario a la permanencia prolongada de la población en todo tipo de edificios e instalaciones urbanas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los habitantes de las ciudades pasan entre el 80% y el 90% de su tiempo en espacios cerrados, cuyo aire está contaminado en mayor o menor grado. También hay que tener en cuenta el creciente número de personas que desarrollan su actividad profesional en el sector servicios o se ocupan de otras actividades no industriales en ambientes interiores. Los estudios realizados en las últimas décadas ponen de manifiesto que la presencia de contaminantes en ambientes interiores es superior a la del exterior y se ha encontrado presencia de contaminantes que no representan un problema en el ambiente exterior (radón, formaldehido, etc.).
En un edificio en el que se desarrollan actividades de tipo no industrial, además de la seguridad estructural, se debe proporcionar un ambiente confortable y saludable para las personas que realizan cualquier actividad en su interior. Cuando la Calidad del Ambiente Interior (CAI) de un local presenta deficiencias, esto repercute de manera notable en el confort de las personas, dando lugar a sensaciones de malestar e incomodidad pudiendo también dar lugar a la aparición de ciertas enfermedades. La calidad ambiental en edificios se ve modificada constantemente por la interacción de agentes físicos, químicos y biológicos.
En España, a partir de la modificación de 2013 del Real Decreto 1027/2007, de 20 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE), las normas sobre calidad de ambientes interiores han pasado a ser obligatorias. En este reglamento se incorporó la obligatoriedad de dos nuevas operaciones incluidas dentro del mantenimiento preventivo de las instalaciones: la revisión de la red de conductos de aire y la revisión de la CAI con carácter anual.
Fuente: INSST