Desde la más tierna infancia recibimos de forma constante numerosos mensajes diferenciados para chicas y chicos; y desde todos los canales de socialización: colegio, familia, medios de comunicación…
Todos estos mensajes estereotipados generan y perpetúan modelos tradicionales de masculinidad y feminidad.
A día de hoy, todavía hay personas que no “detectan” desigualdades entre mujeres y hombres. Probablemente, porque no se ha visualizado y sensibilizado a la sociedad sobre el origen de las mismas, premisa indispensable para tomar conciencia de que existen y así poder combatirlas.
Para contribuir a esa visualización, desde el Gabinete de Igualdad vamos a publicar una serie de capítulos dedicados a analizar ese origen.
En los 3 primeros capítulos nos centraremos en la educación y los mensajes que transmitimos desde distintos ámbitos a los/as niños/as, que influirán en las creencias, comportamientos y expectativas que tendrán desde la infancia.
En este primer capítulo analizaremos el mensaje “por colores”:
- Azul para ellos: se relacionan, fundamentalmente, con el mundo público y profesional (económico, científico, tecnológico y, por supuesto, laboral)
Se les educa para que su autoestima se sustente, sobre todo, en el éxito en el ámbito público, orientándoles, desde que nacen, a la motivación del logro “exterior”, y a darle poca importancia al ámbito privado. En definitiva, se les socializa en la “producción”.
¿Cómo?
- Presentándoles la vida como un escenario en el que hay que demostrar sus competencias y habilidades en el mundo laboral, en cambio, el mundo relacional y familiar se les presenta como un lugar en el que serán “cuidados y atendidos”.
- Se les inculca (y permite) mayor agresividad y actividad, a la vez que se les reprime las expresiones de miedo, ternura, inseguridad, debilidad, tristeza…
Es decir, los mensajes que reciben de todo su entorno es que deben “cultivar” la dominancia, la visibilidad y la superioridad, porque son (supuestamente) el sexo fuerte, por tanto, se les tiende a infraproteger, sobreexigir y sobrevalorar.
- Rosa para ellas: se relacionan, fundamentalmente, con el mundo privado, los vínculos afectivos y las relaciones interpersonales. En definitiva, se las socializa para la “reproducción”.
¿Cómo?
Presentándoles la vida como un escenario en el que su rol está vinculado a la capacidad de agradar a los demás, y su autoestima depende de conseguirlo.
De los mensajes que nuestra sociedad les inculca:
- Belleza (presión social para la búsqueda de ser eternamente delgada, atractiva y “joven”).
- Discreción (imagen callada, suave, no destacar en espacios de poder y pasar desapercibida).
- Bondad (rol de entrega y cuidado de los demás).
Y, por supuesto, antes madres que profesionales (basta mirar las estadísticas de abandono de empleo por cuidados y solicitud de medidas de conciliación).
Pues hasta aquí el Capítulo I.
En los capítulos siguientes seguiremos desgranando el origen de las desigualdades de género.