Un año y algo más de un mes. Ese es el periodo de tiempo en el que muchos llevan sin pisar el suelo de una oficina, sin sentarse en su puesto de trabajo habitual, y sin disfrutar de la compañía directa de sus compañeros.
En 2020, con el comienzo de la Covid-19, el popular y querido teletrabajo llegó a nuestras vidas, casi sin estar preparados, casi sin darnos cuenta, para quedarse.
Si bien la modalidad de teletrabajo ofrece multitud de bondades incuestionables, bondades que muchas empresas y los trabajadores llevaban años destacando; lo cierto es que este año ha sacado a relucir que, como en todos los aspectos de la vida, ni todo lo blanco es blanco, ni todo lo negro es negro.
Para saber si estamos pasando por una situación de fatiga pandémica en el entorno de trabajo tras un año teletrabajando, José García Altares, psicólogo en TherapyChat comenta: “los signos y síntomas más comunes están relacionados con el estrés que provoca la pandemia, ya que es una situación nueva que supera nuestros recursos. El estrés aumenta nuestra tensión física y/o emocional. Esto, en situaciones normales, nos permitiría llevar a cabo actividades de forma más lúcida; sin embargo, cuando nos desborda tiene consecuencias negativas para la población, como por ejemplo más cansancio, agotamiento y emociones negativas o desagradables. Estamos más tristes, más nerviosos y más irritables y eso quiere decir que la experiencia de teletrabajo será menos satisfactoria y podrá llegar a niveles de desmotivación y rechazo.
Y en este sentido, el papel del liderazgo se ha tornado complicado y desafiante a consecuencia del temido “contagio emocional”. El virus de la Covid-19 y las emociones tienen dos cosas en común, ambos son invisibles y altamente contagiosos. El ejemplo más claro de contagio emocional es el pánico, y esto se debe a las neuronas espejo. Según apunta José García Altares, “es imposible no comunicar emociones y, además, no contagiarlas. Si nuestro objetivo es no transmitir a nuestro equipo nuestra propia fatiga pandémica por seguir teletrabajando, debemos reconocer las emociones que nos provoca la pandemia y trabajar para reducir la expresión externa de esa emoción, para así evitar el contagio emocional”.
A día de hoy nos encontramos en un punto de inflexión. Muchas empresas han comenzado a volver poco a poco a la oficina, por turnos y alternando días; otras han sentado las bases para implementar el modelo del teletrabajo de forma permanente. En cualquier caso, trabajar la motivación y hacer frente a la fatiga pandémica será una terea vital que abordar en los próximos meses. En este sentido, reunimos una serie de pautas para que tanto trabajadores como líderes puedan aplicar:
Herramientas para combatir la fatiga pandémica
- Identificar y etiquetar las emociones. La identificación de las emociones requiere la capacidad no sólo de identificar la respuesta de uno mismo, sino también el contexto en que aparece.
- Observar y definir esas emociones. Debemos de ponerles nombre y marcar su intensidad (por ejemplo, de 0 a 100), identificar qué las dispara, cuáles son nuestras creencias sobre esa emoción, qué sensaciones corporales nos produce, qué lenguaje corporal desarrollamos (expresión facial, gestos, postura…), qué efectos secundarios y funciones tiene la emoción en nuestro entorno.
- Diario de emociones. En él especificaremos qué nos motiva a sentir esa emoción, qué comunica a los demás y qué me comunica a mí mismo.
- Trabajar la emoción. Una buena estrategia es la acción opuesta, es decir, actuar de manera opuesta a tus impulsos emocionales si la emoción no encaja en los hechos o no es efectiva.
Ejercicios de motivación
En primer lugar, la motivación a través de ejercicios debe tener en cuenta que los seres humanos somos seres sociales por naturaleza, y necesitamos el contacto con otros. La presencia de otras personas es una fuente de estimulación y, como consecuencia, el teletrabajo crea un distanciamiento entre los empleados que puede llevar al aislamiento y a perder el apoyo social como protección contra el estrés. Por lo tanto, sería interesante abordar dos objetivos principales:
- La interacción a través del juego. Con esta interacción somos reconocidos como parte de un determinado grupo, facilita la comunicación y la competitividad. Pueden usarse programas de gamificación, o chats internos para organizaciones que fomenten la interacción y relación con nuestros compañeros.
- Canales de feedback. Para comunicar y reconocer logros. Se trata de canales informativos a través de los cuales nuestro comportamiento se vea reflejado y obtenga una validación externa que fomente la idea de pertenencia, y aumente la motivación a través de la consecución de objetivos.
Fuente: https://cepymenews.es